Las actividades humanas son la principal causa del aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
El CO2 es el principal responsable del cambio climático, y está originado mayoritariamente por la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) para la producción de la energía y para el transporte que sostiene el modelo actual de desarrollo de los países industrializados, y que nuevos países están tomando como referencia.
Algunos de las acciones que deben emprenderse de manera urgente son:
Adoptar objetivos ambiciosos de reducción de emisiones de CO2 en los países industrializados, del 30% en 2020 y el 80% en 2050.
Apoyar con firmeza el ahorro, la eficiencia energética y las energías renovables, sustituyendo el uso de combustibles fósiles y nucleares y evitando la construcción de nuevas centrales y refinerías de este tipo.
Aprobar una reforma fiscal verde, que grave a las energías sucias y reconozca los verdaderos costes sociales y ambientales de las energías convencionales y del actual modelo de producción y consumo.
Aumentar y mejorar la calidad de las ayudas para mitigar y prevenir los efectos del cambio climático en los países empobrecidos y propiciar reglas de comercio más justo.
Fortalecer la protección de los recursos naturales que se están viendo más afectados por el cambio climático.