domingo, 22 de julio de 2007

Qué detiene el acuerdo mundial ambiental



Por Guillermo Arnaud

Si bien rechazamos el concepto apocalíptico de constituirnos en un Armagedón ambiental, es necesario enfrentar el hecho del desafío global que implica la mala administración de la Tierra, que todos compartimos, y el acelerado deterioro de su calidad ambiental.

No hay tremendismo cuando se llama la atención sobre las múltiples amenazas que se ciernen sobre el planeta, tanto de fenómenos naturales como los provocados por el hombre. Todavía hoy existe una especie de sensación colectiva de “ciudad alegre y confiada”, estimulada por un descarnado capitalismo. No se tiene el coraje de afrontar el reto que supone el grave proceso de destrucción de la naturaleza.

No estamos ante el “fin de la historia” de Fukuyama, el “choque de civilizaciones” de Huntington ni el “fuera de control” de Brzezinski, sino ante la más vieja de las historias: la destrucción de Gaia, la Madre Naturaleza, para la que Lovelock propuso una “medicina planetaria”. Víctor Massuh incluyó la ecología entre los problemas que atañen a la suerte de la humanidad en su conjunto. Calificó la acción ecológica de “la máxima empresa que tiene por delante la humanidad”.

El cambio climático, el calentamiento global, el efecto invernadero existen, son una peligrosa realidad. La contaminación del aire disminuye la radiación solar, que es la que gobierna el clima. La relación de vida y clima es estrecha. Las condiciones atmosféricas son el más importante factor ambiental en la vida. Las observaciones climáticas, para ser válidas, deben cubrir un amplio período determinado.

El problema de contaminación ambiental mundial requiere una respuesta global. Es producido por el hombre, por su reacción ante la progresión demográfica; por la agresión del progreso con los avances de la ciencia y de la técnica; por la ilimitada avidez humana, que para el logro de beneficios es indiferente a la muerte, la destrucción y la contaminación.

Los desastres naturales, terremotos, tsunamis y pandemias, no son causa o consecuencia del cambio climático, pero se suman a los peligros que se deben tratar de mitigar.

La preservación de la calidad del ambiente exige la aplicación de una ecopolítica para un desarrollo sustentable y sostenible, con racionalidad ambiental, económica y social y una óptima y armoniosa utilización de los recursos naturales.

El resguardo de las fuentes de vida, la subsistencia de nuestra madre Tierra, la sobrevivencia humana, generan la urgente necesidad, por parte de la comunidad internacional, de darse políticas ambientales comunes.

Estos acuerdos deben ser globales ante el problema de la contaminación, de características muy especiales, ya que no existe la no contaminación. Contaminación hay siempre, provocada por la misma naturaleza, por los animales, por el hombre desde que existe, y no hay industria que no contamine. Está en el hombre controlarla y reducirla a límites aceptables, tolerables, reconocidos internacionalmente.

La contaminación no reconoce espacios ni fronteras; no hace distinción de países desarrollados o en desarrollo; no diferencia pobres o ricos, razas, colores de piel o religiones. Así, los casos de contaminación de la atmósfera, de las aguas potables, la gripe aviaria, las patologías que afectan a ganados y cultivos y, en consecuencia, a la alimentación humana y a la economía; el cambio climático.

Lo ambiental es una materia intersectorial y multidisciplinaria a ser tratada simultánea y coordinadamente desde distintos ángulos del conocimiento. Tan especial, tan global es lo ambiental que no obstante particularidades locales o nacionales no deberíamos diferenciar un derecho ambiental nacional de otro internacional.

Esenciales para la preservación de la calidad del ambiente son la acción preventiva, la cooperación y lograr la concientización de la población sobre la existencia de la contaminación, sus consecuencias y problemas, siempre conflictivos por afectar intereses. Indudablemente, su tratamiento provoca costos, como ocurre con el cuidado de la salud individual, pero no hay alternativa a la sobrevivencia.

En su acción en los foros internacionales por la preservación de la calidad del ambiente, la Argentina desarrolló, desde la década del 70, en una acción pionera, el principio de la buena vecindad ecológica, el concepto de ecodesarrollo y la propuesta de una seguridad ecológica colectiva.

En la reunión sobre cambio climático llevada a cabo en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 17 de abril último, Margaret Beckett, ministra de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, manifestó que para su país el cambio climático “es una cuestión de seguridad, pero no una cuestión de seguridad estrictamente nacional. Cobra una nueva dimensión. Se trata de nuestra seguridad colectiva en un mundo frágil y cada vez más interdependiente”.

La dificultad mayor para lograr un rápido y efectivo acuerdo internacional de normas para mitigar los efectos perjudiciales del cambio climático es que el mayor contaminador industrial del mundo, Estados Unidos, con la funesta política internacional de George W. Bush, se niega a aplicar las disposiciones preventivas del Protocolo de Kyoto y a obligarse a limitar sus emisiones tóxicas de dióxido de carbono y otros gases, señalando que tales limitaciones penalizarían a las industrias y a la economía de su país, con indiferencia por la salud del mundo y la de su propio país.

Esta obstinación de Bush dio lugar, el 2 de abril último, a un fallo de la Corte Suprema de su país, que le requiere revisar su posición sobre las emisiones de dióxido de carbono, por considerar que su política “ayuda al calentamiento global”.

Bush impulsa la política por los agrocombustibles, explicando que lo hace para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, cuando su verdadero propósito es reducir su dependencia de la importación de petróleo, especialmente de Venezuela. El 31 de mayo, Bush propuso que los quince países más contaminantes fijaran metas para las emisiones de gases, aclarando que esa meta sería “de largo plazo” y que sólo se fijaría a fines de 2008, para aplicarse a partir de 2012, cuando concluya la vigencia del Protocolo de Kyoto, y que esas metas no serían obligatorias. En su propio país esta propuesta fue calificada de vaga e hipócrita.

Como consecuencia de una política negativa y dilatoria de Bush, el Grupo de los Ocho, que se reunió en Alemania el 7 de junio, sólo logró un acuerdo de mínima sobre cambio climático. Stephen Hadley, asesor de la Casa Blanca, precisó que de la reunión “no han salido cifras concretas” y que hay una serie de propuestas diferentes sobre cuáles deben ser los objetivos a discutir.

La acción internacional frente al cambio climático no admite dilación. Es indispensable la decisión política, que no debe demorarse, para que los gobernantes acuerden una acción de cooperación ambiental internacional.

La Argentina, activa participante en la redacción y la ratificación del Protocolo de Kyoto, debe promover una acción en los países del Cono Sur orientada a todo el continente para el logro de un acuerdo de seguridad ambiental colectiva.

© La Nacion

El autor es académico de las academias Nacional de Geografía y de Ciencias del Ambiente. Autor de Derecho internacional ambiental.

domingo, 1 de julio de 2007

Los esquimales enfrentan el mayor reto en su existencia: El calentamiento global


Grete K. Hovelsrud, experta que dirige el Centro para la Investigación del Clima y el Entorno de Oslo (Noruega), relató la situación de los indígenas del Círculo Polar Ártico, y al respecto dijo que los habitantes de la zona como víctimas del calentamiento global perderán su hábitat y modo de vida.

Tal es así, que el desplazamiento de los masas glaciares conllevan a la emigración de los animales de los cuales estas comunidades se alimentan. El deshielo y el aumento de la temperatura en el casco ártico también está dejando ver ya algunos cambios en el ecosistema animal.

Al respecto, ejemplificó citando a Noruega, en donde el bacalao se desplaza más al norte en busca de aguas más gélidas; o Groenlandia, en donde se descubrieron nuevas especies de peces hasta ahora desconocidas en la zona.

Esto implica un golpe para los esquimales, poblaciones que habitan ese suelo desde hace más de 6000 años. Según la investigadora noruega, los indígenas del Ártico manifestaron su impotencia ya que en su masa habitacional sólo se emite un 2 por ciento de CO2, principal gas que genera el calentamiento global.

Además de la delgadez que, día a día, sufren los bloques de hielo, hecho que implica el cambio de hábitos en el desarrollo de su vida, también castiga con inundaciones a pueblos costeros colindantes de la masa polar.

Otro de los riesgos que presenta el descongelamiento es que "el hielo se reduce a una velocidad del 15 por ciento cada año", informó Grete K. Hovelsrud. Lo que implica un mayor riesgo en la caza de animales marinos para la susbistencia de los esquimales, debido a la peligrosidad que cubre al fino manto de hielo.

"Son pueblos fuertes y quieren sobrevivir, aunque quizás no podrán adaptarse a esta nueva situación porque perderán su sustento. En los 6.000 años que hace que viven allí, este es el principal reto al que se han enfrentado", afirmó la experta.

Calentamiento global... ¿señales del Apocalipsis?

Calor de más de 40 grados en cinco estados del México; deshielo en Groenlandia; el mar que sube su nivel en Islas Marshall, en Australia... El cambio climático se asoma de manera siniestra en distintos puntos del orbe.

Tomado de diario FRONTERA, edición domingo 1 de julio de 2007, Tijuana, Baja California